Hagamos un repaso: podríamos decir que la palabra PANDEMIA es un término que proviene de un vocablo griego que significa “reunión del Pueblo” que con el tiempo su significado se ha extendido a “enfermedad de todo el pueblo”. Su incidencia en cantidad de muertos está debidamente documentada.
Si tomamos los datos de OMS (Organización Mundial de la Salud) y sin distinguir si son de origen humano o animal, tenemos a la Viruela con mas de 300 millones de muertos, al Sarampión con más de 200 millones, la Gripe Española con casi 100 millones, la Peste Negra con casi 75 millones, el HIV con un poco mas de 25 millones, y otras más.
Por supuesto que la incidencia que todas estas tuvieron en el mundo no fue la misma en la Edad Media como las que sucedieron en el siglo XX pero las consecuencias que trajeron en su mayoría fueron cambios políticos, recesión, inflación y aumento significativo de la pobreza, dependiendo de las organizaciones sociales de cada país.
La situación que hoy vivimos como consecuencia de la pandemia del COVID-19, una vez más, pone a prueba todos los sistemas que el hombre creo como organización social para su supervivencia y prolongación de la especie.
En innegable que esta enfermedad nuevamente ha desbordado absolutamente todo y a todos. Tenemos más incertidumbres que certezas: sabemos cómo comenzó pero no sabemos cómo va a terminar y, mucho menos, cuándo. Sabemos, porque lo vivimos en carne propia, que existe un desbalance en casi todas las variables económicas, productivas y sociales pero no sabemos cómo vamos a salir.
El futuro es algo intangible, aunque tratemos de interpretarlo con los datos que tenemos, nos pondrá un límite y marcará un antes y un después. Impondrá cambios en todos los niveles sociales de todos los países del mundo y, por supuesto, en nuestros comportamientos individuales y colectivos. Pasando en limpio, se pondrán a prueba los niveles institucionales gubernamentales y dirigenciales que -por supuesto- van a tener que revalidar sus capacidades para enfrentar los desafíos por venir.
Pero no todo es tan trágico. También tendremos una oportunidad de fortalecer lo que está bien y de cambiar lo que está mal, sin muchas discusiones inútiles. Como la situación está expuesta, nadie podrá hacer uso de propuestas descabelladas o sin sustento real, pues todos estamos mirando on line lo que está pasando gracias a la tecnología y la interconectividad.
Con la intención de mirar el vaso medio lleno, o ante la adversidad tratar de ver una oportunidad, esta pandemia abrirá muchas puertas y cerrará otras. Los más capaces, los gobiernos mejores preparados, las empresas mejores administradas y con buenos profesionales, sobrevivirán y saldrán fortalecidos poniéndose en posiciones ventajosas.
*Diputado bonaerense (MC).
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