Hace unas semanas, el ex Ministerio de Salud publicó un alerta epidemiológico por la detección de 33 casos de infecciones por linfogranuloma venéreo (LGV), una cepa de la bacteria Chlamydia trachomatis, que se transmite por contacto sexual, y que, hasta el momento, no había sido tipificada en Argentina.
A partir del trabajo en equipo entre las médicas Laura Svidler López (del Hospital Fernández) y Luciana La Rosa (Centro Privado de Cirugía y Coloproctología), y la Doctora Carolina Entrocassi, del laboratorio de Clamidias de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA, dirigido por el Doctor Marcelo Rodríguez Fermepin, se confirmó la sospecha de que algunos pacientes varones estaban infectados por esta bacteria particular. Hoy ya se registran medio centenar de casos.
“El linfogranuloma venéreo (biovar LGV) –explica Rodríguez Fermepin- históricamente producía una reacción mucho más agresiva y florida a nivel de sintomatología clínica mediante la inflamación de los ganglios inguinales, que comenzaba a manifestarse con pequeñas lesiones, como abrasiones de la piel, y hasta podía llegar a necrosis”.
Esta cepa se diferenciaba de otras clamidias por su capacidad de ingresar a los ganglios. Si bien era una variedad conocida, el nuevo brote detectado produce manifestaciones menores y menos claras, como lesiones anales, rectitis y proctocolitis que, a priori, podrían deberse a patologías no transmisibles sexualmente.
“Sucede que, a veces, el LGV se manifiesta nada más como la necesidad continua de defecar, algo que se parece más a un síntoma de otro tipo, solo que, cuando el especialista ve la zona, puede encontrar lesiones, úlceras, sangrados o excreciones de moco o pus que pueden pasar desapercibidas, o que haya infecciones por LGV sin manifestaciones externas”, añade el investigador.
Resulta clave que los médicos conozcan la circulación de esta cepa para evitar diagnósticos errados y comenzar el tratamiento cuanto antes – no solo el paciente sino sus parejas sexuales recientes que también podrían estar infectadas- con el agravante de que la trasmisión de esta infección suele estar asociada a otras, como sífilis, gonorrea y VIH, por lo que es recomendable estudiar también la infección por estas ITS.