El 20 de junio de 1820, muere el Gral. Manuel Belgrano, creador de la insignia que nos identifica como argentinos ante los ojos del mundo.
Dos colores le bastaron para gritar nuestro origen, nuestra cultura, nuestra identidad .
Dos colores que se tomaron de la escarapela nacional y que, en las márgenes del Paraná, flamearon por primera vez, aquel 27 de febrero de 1812, durante la gesta por la independencia.
Comunicada su acción al Triunvirato, Belgrano parte a hacerse cargo del ejército del Norte, desconociendo la desaprobación de ese organismo público por la difícil situación reinante en el país.
El 20 de julio de 1816, una vez declarada la independencia de la Provincias Unidas del Rio de La Plata, su uso oficial fue aprobado por el Congreso.
El 25 de febrero de 1818, se le incorporó el sol, en homenaje al Dios Inca Inti (Dios del Sol). Sus 32 rayos dorados se alternan en: uno recto y otro ondulado y brilla en el centro de nuestro estandarte.
Ser argentinos nos moviliza a lucirla cada mañana en los mástiles de las instituciones, en los frentes de nuestras casas en cada festividad patria y, cada año en que nuestra participación futbolística nos muestra al mundo, los colores celeste y blanco lucen en la indumentaria y en los rostros de cada argentino que alienta a su equipo, porque ese equipo nos hermana y nos nuclea.
Que este símbolo sea,para todos los habitantes del suelo argentino, el lazo de unión que necesitamos para fortalecernos en momentos tan difíciles como los que estamos viviendo…
¡VIVA LA PATRIA!
Julia Crespo Alberto Capriroli Griselda Berardo
Concejales FPV-PJ. Consejera Escolar