En la sociedad se abre una discusión que en mi visión, no debe ser tildada de debate ya que limita los enfoques de un tema fuerte, trascendente y que hace a la esencia de cada persona.
En este suelto se muestra otra pincelada a lo que se está comenzando a escuchar y ver. Te la aportamos con amor. Esa pasión hacia la vida diaria que recibimos de padres que conformaron una familia numerosa, con todo lo que ello conlleva.
El derecho a la vida es esencial y hace a la naturaleza de cada ser, incluido el humano.
Es fundamental entonces, su protección.
Todas las especies del reino animal tienen sus propios mecanismos de salvaguardarse, amparo y procreación. Sin embargo el hombre a veces, con su inteligencia y cierto egoísmo desnaturaliza ese principio rector.
El avance de la humanidad y la necesidad de cuidar esos valores que son de sentido común, llevaron a la Organización de las Naciones Unidas a ese resguardo, plasmado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, diciendo que “Todo individuo tiene derecho a la vida…” A su vez, la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, contempla y preserva ese derecho a la vida añadiendo que Nadie podrá ser condenado a la pena de muerte ni ejecutado.
Es decir, se cuida al ser humano desde su nacimiento hasta el final de sus días.
La pregunta entonces es. Cuando nace la persona. En el momento del alumbramiento al verles el rostro y su cuerpo, o es anterior a ello?.
Hace muchos años en España se dio un debate expresando que durante las primeras 14 semanas de gestación se estaba ante un embrión y por ende, ese feto le pertenecía a la mujer y podía disponer libremente de él. Todavía no era persona se decía entonces. La discusión agregaba un ejemplo sencillo. Liberarse del feto era como hacerse un lifting o cirugía estética. Es decir, eliminar quirúrgicamente arrugas de la piel, en este caso el embrión, por ser dueña de su cuerpo y por ende disponer libremente.
Ese mismo pensamiento se tiene en ciertos sectores de la sociedad.
La pregunta entonces es. Cuando aparece la vida, o mejor dicho desde que momento se es persona.
Dos hechos relevantes. Oportunamente Vélez Sarsfield al redactar el Código Civil Argentino que rigió hasta hace poco tiempo, definió que se es persona desde la concepción en el seno materno. Es decir, desde el momento mismo en que óvulo y espermatozoide se encuentran. Esa definición que dio la vuelta al mundo y en la Universidad de Salamanca y Complutense fue objeto de análisis y debate a comienzos de la década del 90, pues su redacción de 130 años antes, fue 1860, asombraba al mundo académico.
Curiosamente, la ciencia biológica y antropológica en las postrimerías del Siglo XX se ha pronunciado diciendo que se es persona desde la concepción en el seno materno. Y esa concepción es en el momento que se unen embrión con espermatozoide. Esa atracción es un hecho inmediato. Es decir, echa por tierra que se está ante un embrión del cual la gestante, tiene derecho sobre él. Por el contrario nace, además de sentimientos de arraigo, fuertes e indescriptibles en la mamá, un nuevo ser humano que espera un ciclo de maduración para que le veamos el rostro y que necesita de su cuidado como el pichón en el nido, hasta que aprende a volar.
Desde lo genético también se es persona, con la implantación del embrión en la mujer.
Es importante conocer estos lineamientos, independientemente del pensamiento o deseo de cada uno, ante un debate que mueve la estructura misma, de cada persona y de la sociedad.
A la libertad de conciencia y decisión se llega con mayor información cierta y científica. Ello evitará culpas y remordimientos.
Lo que se explica en este suelto es en forma sencilla aportar data de interés colectivo, básico y despojado de partidismos y teologías. Esenciales a la vida misma.
La historia cuenta que Quinquela Martín fue el fruto un acto forzado y no querido por su madre, quien alumbró y lo entregó en la Casa de Niños Expósitos. La mujer no combatió el dolor con más violencia. Se sobrepuso y lo dio en adopción. Ese bebé recibió amor, y mucho amor luego, de la familia adoptante. La obra del maestro de la pintura trascendió a la Boca y su taller. Tienen reconocimiento en los cultores de cuadros y obras de valía en Europa y Estados Unidos. Un aborto nos hubiese privado de ese talento.
En los años cincuenta un destacado jurista, penalista y diplomático, llamado José Peco escribió en el frasco de vidrio que contenía un feto, ‘Con mengua del honor el amor me dio la vida. Con mengua del amor el honor me dio la muerte’.
En ese entonces los noviazgos controlaban los deseos del amor por el honor en juego. Pero roto el honor, se corría el riesgo de un embarazo y entonces, si ello ocurría, se echaba por tierra a ese amor, para darle paso al honor.
Los médicos también reciben consultas sobre deseos de interrupción de embarazos ya que no estaban en la programación de la pareja y ‘les vino de golpe y sin querer’, tras varios años de matrimonio. Se llegó a esa gestación con un acto de amor. No fue ni violento ni forzado. Fue querido. Sin embargo, al no ser programado se intenta desecharlo. Qué es lo que se puso en juego?. La vida del nuevo ser, o el bienestar cotidiano de un estilo de vida?.
Las excepciones a la interrupción de un embarazo ya las contempla la ley, con enriquecimiento de la doctrina y la jurisprudencia de los fallos judiciales, no obstante la elevada visión de cada persona, puede hacer aportes superadores.
La discusión recién empieza, que cada contribución sea una colaboración con respeto y amor al prójimo.