Como cada 6 de enero y al igual que en todo el mundo, la Diócesis de Nueve de Julio, en sus distintas localidades y con diversos actos celebró la Epifanía del Señor, conocida popularmente como la fiesta de Reyes. El obispo Monseñor Ariel Torrado Mosconi acompañó las celebraciones por distintos puntos del extenso territorio diocesano.
Esta festividad va más allá de admirar y disfrutar la inocencia y la capacidad de asombro de los niños. Recuerda a los cristianos que Dios siempre se manifiesta para traer algún don, que todo ser humano tiene en los más profundo de su alma un deseo o impulso que lo orienta a Dios y que, por eso, la felicidad autentica está en buscarlo, encontrarlo y adorarlo, no solamente a través de nuestras palabras sino sobre todos de nuestras conductas cotidianas.
Por ese motivo cada parroquia sumó a sus tradicionales ceremonias otras actividades pastorales más coloridas como la representación de los Tres Reyes Magos que se sumaron a los pesebres vivientes. Las actividades fueron múltiples e incluyeron recorridas por los barrios, entrega de regalos y de golosinas, espectáculos musicales y sorteos.
El mensaje del obispo diocesano
En su recorrida por el territorio diocesano, el obispo acompañó las celebraciones por el Día de Reyes en varias parroquias. Allí aprovechó para enviar a toda la comunidad cristiana su mensaje. “Esta noche todos somos niños en tu presencia y por eso nos ponemos confiadamente en tus manos”, aseguró Mons. Ariel durante su visita en Trenque Lauquen ante miles de personas que se avocaron para la tradicional caravana de los reyes donde los niños llenos de ilusión entregan sus cartitas a los reyes. “Todos deseamos, queremos, necesitamos creer, esperar y amar cada vez más –agregó en la multitudinaria convocatoria que se realizó partiendo de la estación, pasando por las calles principales de la ciudad hasta llegar a las puertas de la Parroquia Nuestra Señora de los Dolores de Trenque Lauquen. Allí animó a los fieles a ofrecer a Dios “los dones de nuestra pobreza, debilidad e indigencia”.
“En tus manos ponemos la vida de los niños por nacer y la de los ancianos, la vida de nuestras familias, especialmente las necesitadas, desunidas, en problemas. Te confiamos a los que están solos y tristes, resentidos o deprimidos, a los enfermos y marginados, a quienes están enfrentados, no tienen trabajo ni educación o están privados de la libertad. También te encomendamos a todos los hombres y mujeres de buena voluntad: los que buscan la verdad, la justicia y la paz aún a riesgo de su propia vida”, agregó el prelado.
También encomendó la protección de todas las comunidades “para que progresemos en unidad, solidaridad y compasión”. Y orando por la patria expresó: “Que no nos cansemos de buscar el bien común por el camino de la justicia superando toda forma de corrupción y exclusión”.
Por último recordó y encomendó a Dios el cuidado de los niños en el mundo entero “pensando en los que pasan hambre y sufren los horrores de la guerra, de las dictaduras crueles, del terrorismo y la inseguridad. También a los que son víctimas de los abusos y de la violencia familiar, del racismo, de los que son desplazados de su tierra o están refugiados”.
El Día de Reyes
Un poco de historia…
La tradicional y popular “fiesta de reyes” tiene un origen y devenir muy interesantes. En realidad su nombre litúrgico oficial es “Epifanía del Señor”. La palabra griega “epifanía” significa “manifestación” e indicaba la entrada del rey en una ciudad cuando la visitaba. En las religiones paganas alude a la manifestación de la divinidad y tiene relación con una fiesta celebrada en Egipto y Arabia en torno al solsticio de invierno de aquellas latitudes. Para la Biblia, la venida de Cristo al mundo fue una verdadera “epifanía”. Jesucristo es la auténtica manifestación de Dios a la humanidad entera. De aquí que muchas Iglesias de oriente celebren en esta fecha el nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios que nació de María. El relato evangélico de la búsqueda y adoración de Jesús por los magos o sabios venidos de oriente guiados por una estrella, significa la manifestación de Dios también a cuantos provenían del paganismo sin pertenecer al pueblo elegido e indica que la buena noticia del amor de Dios y la salvación que trae es para el entero género humano.
La festividad cristina
Esto dio pie a la antigua y piadosa tradición de los “tres reyes magos”. Nombrados como Melchor, Gaspar y Baltasar representan a las tres razas conocidas en la antigüedad: blanca, amarilla y negra indicando así que lo que el Hijo de Dios nos trae es para todos los seres humanos. A lo largo de los siglos, las artes han ido representando y cantando a esta fiesta y sus personajes de tan notable arraigo especialmente entre los niños. Sigue siendo una fiesta de luz, alegría y regalos que vuelve a despertar, año tras año, la ternura, los sueños y la ilusión.