El avance del Dengue parece inminente y, aun cuando existe una exacta comprensión de la incidencia y efectos del cambio climático, hay casos confirmados en la mayoría de las provincias del país. El Colegio de Veterinarios de la Provincia de Buenos Aires indaga sobre cómo se llegó a esta situación y qué políticas se desarrollan para abordar esta problemática.
Las cifras oficiales del Ministerio de Salud indican que ya hay casos confirmados de dengue en 21 distritos de nuestro país. La última versión del Boletín Epidemiológico de este organismo especificó que durante las primeras semanas del año hay 82 casos confirmados entre los 722 notificados en varias provincias.
Todos los estudios realizados hasta el momento indican que, como en el caso de otras enfermedades, el principal motivo de la expansión del Dengue es el cambio climático: temperaturas más altas y climas más húmedos. Esto, sumado a la veloz urbanización que hubo en los últimos años en la región, provocó un desequilibrio en el hábitat del mosquito permitiendo que se reproduzca en un mayor número.
El cambio climático puede ser un proceso natural como tantos otros en la historia del planeta, pero se sabe que “durante los últimos 50 años, la actividad humana, en particular el consumo de combustibles fósiles, ha liberado cantidades de CO2 y de otros gases de efecto invernadero suficientes para retener más calor en las capas inferiores de la atmósfera y alterar el clima mundial.” (OMS) Este escenario ayuda a que los mosquitos transmisores encuentren las condiciones ideales para su reproducción. ¿Entonces, qué es lo que se está haciendo con esta información?
Dentro de este panorama sanitario, se vuelve fundamental hablar del dengue como un problema cada vez más grave para la Salud Pública mundial, producto de los múltiples factores y cambios que vive nuestro mundo. En estas sociedades complejas, superpobladas, la inadecuada recolección de residuos y la acumulación de recipientes favorecen al desarrollo de la enfermedad. Por otro lado, mientras se intenta prevenir con recomendaciones y hábitos cotidianos, como no acumular agua en recipientes en los hogares y la fumigación (medidas necesarias pero meros paliativos), nada se hace en relación a los grandes basurales en donde el plástico brinda las condiciones, una vez más, para reproducción del mosquito.
Si bien es cierto que se trabaja cada vez más para prevenir la enfermedad, que están trazados los lineamientos para realizar seguimientos y vigilancia de control, que los gobiernos y expertos asisten a importantes encuentros mundiales para establecer estrategias globales de planificación; nos encontramos una y otra vez con más casos confirmados.
Según la OMS “el zika se está propagando de manera explosiva” en Latinoamérica, donde “se esperan de tres a cuatro millones de casos para 2016” pero que “el dengue es mucho más peligroso para los humanos (…) aproximadamente la mitad de la población mundial corre riesgo de contraerlo”. Por su parte, la Organización Panamericana de la Salud, (OPS) afirma que “es endémico en toda América Latina, excepto en Chile y Uruguay”. En Brasil, ahora en el centro de la crisis por el zika, se registraron 1,6 millones de casos probables de dengue el año pasado, un aumento de 178% respecto a 2014, indicó un balance oficial.
Existiendo mediciones y mecanismos de control y conociendo las consecuencias del cambio climático, ante esta situación no cabe más que preguntarse: ¿No se sabía? ¿Se podría haber evitado? ¿Qué es lo que se prioriza en detrimento de la Salud Pública?
En estos días se reunieron en Montevideo, Uruguay, ministros de Salud de 14 países de América Latina para valorar la situación epidemiológica de la región en relación al virus del Zika (trasmitido a través de la picadura de un mosquito infectado del género Aedes, el mismo que transmite dengue, fiebre chikungunya y fiebre amarilla.) También estuvieron presentes representantes de la OPS y del Organismo Andino de Salud (Oras-Conhu).
La relevancia de esta reunión extraordinaria está dada por la complejidad de la problemática en la región y la necesidad de realizar un trabajo mancomunado entre todas las naciones. Y es que hay que trabajar con todas la poblaciones para evitar que los mosquitos se reproduzcan en zonas urbanas yendo más allá de recomendaciones básicas, ya que sin políticas globales de salud efectivas se está en presencia de un terreno perdido.
Desde su lugar, el Colegio de Veterinarios de la Provincia de Buenos Aires continúa impulsando la activa participación del profesional veterinario en los temas de Salud Pública. De un tiempo a esta parte, la institución se apropió firmemente de esta forma de concebir al veterinario como agente sanitario con importantes funciones dentro del campo de la salud. Debe existir un cambio que lo comprenda como un terreno compartido en el que todos debemos participar y en el que las estrategias sean interdisciplinares para abordar adecuadamente estas y otras problemáticas.
En conclusión, si no se aborda a la Salud Pública desde una mirada integral e interdisciplinar, si no se piensa en un desarrollo que contemple a los ecosistemas y priorice la vida en el planeta, si no se discuten e implementan políticas efectivas para disminuir el cambio climático dentro de las posibilidades humanas -que no se reduzcan a meras campañas informativas (también importantes pero no eficaces como acciones aisladas), no debe causar sorpresa que los casos sigan aumentado y que los cambios globales sigan sacado mucha ventaja. No es posible prevenir el Dengue si se siguen generando las condiciones para que se haga cada vez más fuerte y extendido. Y más aún, aunque fuera posible contener el Dengue sin solucionar problemas de fondo, seguirán existiendo otras enfermedades –nuevas y viejas- cada vez más complejas de controlar.