domingo, noviembre 24, 2024
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Diego Bossio le responde a Margarita Stolbizer en defensa de la Asignación Universal por Hijo

Los argentinos tenemos por delante el desafío de discutir los temas realmente importantes de cara a un período en el que, como ciudadanos, estamos llamados a elegir el modelo de país que nos gobernará por los próximos años.

Pero antes de ir al motivo de esta carta, quiero realizar una breve introducción.

Hoy nos sorprendimos con una Carta Abierta que, en parte, motiva e inspira esta. Una carta en la que la diputada Margarita Stolbizer se erige en jueza moral de la Nación y en la que arremete duramente contra la Presidenta al acusarla de inhumana, soberbia, insensible, destructiva y cuanto calificativo se le haya ocurrido. Lengua barroca la de esta legisladora.

Así como leyó, autodefinida como dueña moral de la sensibilidad y del respeto de todos. Donde alecciona lo que el pueblo debe entender por ello y donde afirma que a “muchos” no les gusta el tono de la Presidenta cuando habla o escribe. A “muchos” dice Stolbizer, pretendiendo representarlos en su postura.

Barroca imaginación y barrocas palabras…

Pero no se escude en “los demás”, Diputada, o en “los muchos” o en “los otros” para decir lo que opina. No lo haré yo. Tampoco lo hace la Presidenta de la Nación, quien habla por sí misma, con sinceridad y tal como es.

Porque, a veces, los seres humanos encontramos en los otros los defectos propios. Me pregunto: ¿qué es ser “constructivo” para Ud., que ha formado parte de gobiernos que tiraron abajo el país? “Abajo” no; que lo hundieron, para ser más precisos.

Esos gobiernos de los que Ud. no opinó sobre si eran políticamente correctos o sensibles. Se paraban como señoritos frente a las cámaras. Esos sí eran señores porque mansamente y de modo cordial respondían atentamente a una agenda impuesta por la élite dominante en el país.

Usted, Stolbizer, habla de los que se apropiaron de nuestras riquezas, de nuestras instituciones… ¿Revisó Ud., por caso, a quiénes le dan aire y espacio mediático hasta el cansancio? ¿Revisó sus acciones? ¿Revisó o actualizó el discurso del progresismo en el cual Ud. forjó sus ideas?

Me sorprende que hoy Ud. crea en un nuevo eje del mal en la voluntad política redistributiva, y que sustente su defensa desde las plataformas que malearon las instituciones del país a su antojo durante décadas en la historia del país. Casi que percibo que paga favores en sus discursos, porque no dejo de sorprenderme de lo cambiado que está su progresismo…

Un progresismo “paqueto” donde los “muchos” no necesariamente son los que menos tienen. Donde sus “muchos” (aun con toda la legitimidad de serlo y Ud., de apoyarlos y defenderlos) suelen ser casi siempre los menos. Pero, como estamos en una democracia representativa, cualquier ciudadano tiene derecho a hacer oír su voz, a expresar su punto de vista (incluyéndola a Ud., por cierto).

Lo que me sorprende es que la autonomía de la política sea la explicación del mal en el presente. Y déjeme serle franco: no me gusta su postura, ni la comparto. Sé que Ud. abrevó desde la ética de la solidaridad y yo me formé desde la justicia social. Lo cierto es que ambos valores son convergentes. Por ende, no deberíamos estar muy lejos cuando pensamos en el rol del Estado. Pero Ud. se alejó y hoy está más cerca del rol del mercado (digo esto pensando desde dónde y para quién habla).

Y es evidente que hay quejas. Sabemos que siempre puede haberlas, algunas más fuertes que otras. Es sobre ellas desde donde tomamos decisiones. Sabemos cuánto nos falta. Pero también sabemos que, aunque haya reclamos justos, no siempre son inocentes. Respecto a la última manifestación, nunca podremos convalidar el reclamo de un puñado de fiscales interesados, sospechados y recusados, en algunos casos, por mal desempeño.

Tampoco podemos convalidar el reclamo de quienes quieren cambiar un gobierno porque no les gusta. Vea los reportajes, escuche los testimonios… Para eso están las elecciones. Para premiar y darle continuidad a las políticas o para cambiar rumbos. Sabemos de ambas cosas porque en el juego democrático nos ha tocado ganar y perder.

Y, como en este país nadie es dueño de la palabra, ni del silencio, Ud. puede comentar todos y cada uno de los gestos y acciones de la Presidenta, pero no intente encuadrar a la Presidenta en el estilo que a Ud. mejor le parezca. Porque la máxima investidura de un país también tiene el derecho a expresar su punto de vista que, sin dudas, es compartido por la gran mayoría silenciosa de argentinos. Mayoría silenciosa que, pese a la desinformación y la manipulación con la que se ha manejado la marcha del 18F, busca entender y comprender cuáles son los verdaderos intereses en juego. Hace bien la Presidenta en explicar a los argentinos qué hay detrás del 18F, porque es su deber constitucional la defensa, la protección y la profundización de la democracia como sistema de gobierno.

Ud. habla de muchas causas judiciales que existen y seguirán existiendo. Es verdad. Y lamentablemente. Pero también es cierto que este Gobierno fue el que más hizo para contribuir al esclarecimiento del atentado de la AMIA. Y fue esta Presidenta, tanto cuando fue senadora como ahora, la que más contribuyó para encontrar la verdad. Y no está bien, ni mucho menos es creíble, que quiera correr por izquierda a este gobierno en ese tema.

Ud. se preocupa denodadamente por la relación entre la política y la Justicia. Nosotros también nos preocupamos por la relación entre la Justicia y la política. Pero así, en ese orden. Porque la orquestación del aparato judicial para producir hechos políticos a posteriori de cada uno de sus actos, tiene pocos antecedentes tan groseros en el país.

Y más sorprendente es que Ud., que tanto alaba al sector judicial, lo primero que haga sea denostarlo al dedicarse a juzgar (ya como cosa dada y cerrada) a cada funcionario que se le venga a la cabeza, rompiendo cualquier atisbo del principio de inocencia que rige en el país. Pero lo entiendo y no es casual. Es la misma práctica que un grupo de medios viene haciendo desde hace años. Y Ud. paga favores, copia estilos, reproduce argumentos.

Mientras más repite y repite las denuncias de los medios opositores sin sustento, sin pruebas y sin criterio, más ensucia el debate y ubica a la política al servicio de la antipolítica. Eso suele traer más que dolores de cabeza a la salud institucional de una República y Ud. lo sabe bien…

Le agradezco, además, su franqueza por sentirse “cansada” de nuestros logros y considerarlos “espejitos de colores”. Nos ahorra un análisis del discurso. Por suerte, Ud. los considera logros, a diferencia de Ernesto Sanz, que los repudiaba. Pero su cansancio no es precisamente el mismo tipo de cansancio de los que pasaron décadas olvidados. La Asignación Universal por Hijo, como muchas otras medidas, constituye una verdadera reparación básica de la dignidad nacional.

Recuerde que en el primer gobierno de la democracia quebró el sistema de la Seguridad Social. Recuerde, además, que en el segundo no solo quebró, sino que a la Seguridad Social la vendieron y la convirtieron parcialmente en deuda externa. Y recuerde, también, que hubo una época, ya en pleno siglo 21, que además de haberse quebrado y vendido, lo que quedaba del sistema de Seguridad Social, éste colapsó, dejando a la mitad de los abuelos desamparados y a más de la mitad de los argentinos bajo la línea de pobreza.

Déjeme serle honesto en lo que pienso. En el fondo, no son tan distintos en el modo de pensar con Ernesto Sanz. En ambos hay un desprecio por la política social más inclusiva de los últimos años, como es la Asignación Universal por Hijo (AUH), impulsada por la Presidenta desde 2009. La AUH es la política social más importante en términos presupuestarios, más efectiva en sus resultados y más transparente en su implementación en toda la historia del país. Es un gran logro de la sociedad. Y la implementación de esta política ha sido destacada por organismos como la ONU y la OIT.

De nada sirve decir que se está de acuerdo con la AUH en abstracto y, en concreto, se plantee su destrucción por medio del desfinanciamiento. La AUH es posible gracias a una economía que creció, que ha creado empleos apostando al mercado interno y que, además, por la decisión de la Presidenta, eliminó el fraudulento sistema de las ex AFJP, donde los ahorros de los trabajadores iban a la timba financiera. Hoy, el ahorro de los argentinos está en los argentinos. No solo con políticas como la AUH, sino principalmente en el sistema previsional.

Es falso decir que la AUH se financia con el sistema de aportes y contribuciones, porque del total de los ingresos de la ANSES, solo el 61,7% se corresponden a aportes y contribuciones, y el 38.3% restante proviene del impuesto a las ganancias, el IVA, el impuesto a los combustibles y a los cigarrillos, entre otros. Estos impuestos los pagan todos, sean trabajadores formales o no formales. Por eso, así como existe un sistema de Asignaciones Familiares para los trabajadores formales, es justo que el Estado acompañe a las familias y a los niños de los trabajadores informales con la AUH. Porque todos pagan estos impuestos. Informarse, señora Diputada, es un deber de un dirigente político si quiere hablar a su pueblo con la verdad.

Nunca hubo en Argentina una cobertura previsional como la que hoy tenemos: más del 95% de los adultos mayores tienen una jubilación o pensión, mientras que antes de este gobierno, 1 de cada tres no tenía ingreso previsional. Perdón si le aburren las cifras, pero hoy tenemos más de 6 millones de jubilaciones y pensiones, cuando hace menos de 10 años eran 3,1 millones. No solo aumentaron la cantidad de jubilados, sino que también mejoraron sus ingresos. Pueden compararlo con el índice que quieran, pero es claro que hoy el poder adquisitivo de una jubilación mínima es el mayor de nuestra historia reciente. Tomemos como ejemplo que, en la década de los ‘90, la jubilación mínima era de $150 (o 150 dólares), mientras que hoy es de $3.821 (o 442 dólares). Esto incluso fue reconocido recientemente por el Banco Mundial, a quien nadie puede acusar de “oficialista”.

Nada de esto es una casualidad. Es el resultado de las políticas de inclusión previsional iniciadas por Néstor Kirchner y continuadas por Cristina Fernández de Kirchner. El gasto previsional total se duplicó, como porcentaje del PBI. El total de recursos administrado por la ANSES pasó del 4,6% (2004) al 10,4% (2014) del PBI. El total del gasto previsional de la ANSES (o sea el total de jubilaciones y pensiones pagadas durante un año) pasó del 3,3% del PBI al 7,1%, en el mismo lapso.

Quizás, Diputada, no le guste hablar de números, ni de logros… Porque los del gobierno de la Alianza dan bastante vergüenza. Sí, hablo de la gestión que le descontó el 13% a los jubilados y pensionados de todo el país durante la recesión y crisis más importante que vivimos. Quizás no le guste recordarlo… Pero es desde las quejas y el dolor desde donde tomamos decisiones.

Por eso aunque a Ud. la canse hablar de lo que hemos logrado en esta década, para nosotros es fundamental para reafirmarnos en este camino de inclusión, de la defensa del mercado interno y de la administración transformadora.

La ANSES (a la cual Ud. critica -y mucho-) estaba destinada a desaparecer en los ‘90. Sin embargo, hoy actúa como una gran polea de redistribución de ingresos, un organismo del Estado Nacional que administra en forma eficiente y transparente una parte relevante de la inversión social.

Cada uno tiene el derecho a pensar como mejor le parezca, a opinar o a permanecer callado. Nosotros queremos seguir expresándonos con firmeza y claridad para contribuir al debate electoral que los argentinos tenemos por delante.

Y lo hacemos con hechos concretos. Con lo que se pudo transformar, con lo que se está transformando y con lo que nos falta por hacer.

Saludos cordiales,

Diego Bossio

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